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Foto del escritorAdriana Mendes Rosa

Habitar los pasajes

Actualizado: 2 may 2018

Pasaje: Espacio por el que se pasa, en especial el que une dos estancias, calles o cuerpos de tierra

“Traducir, de veras traducir –y no limitarse al trueque de unos símbolos por otros, amparado en determinadas reglas de equivalencia-, es situarse, morar y demorarse, en un Entre, en un lugar de paso, un pasaje, un umbral. Traducir es, ante todo, traducirse a ese Entre, en que el sentido y el tiempo –el sentido del tiempo y el tiempo del sentido- están en suspenso.” P. Oyarzún,


Desde tiempos ancestrales los pasajes celebran movimientos y habilitan nuevos estados.

Son los rituales, que hemos ido perdiendo con los años de patriarcado, el ejemplo más preciado de la importancia de los pasajes. Los rituales daban una entidad propia a ese espacio límbico entre lo que ya no es y lo aún no tiene una nueva forma.


El ritual, como conciencia del tránsito y también como consciencia de un estado diferenciado con características particulares y propias, sostiene la incertidumbre de lo que aún no es y lo hace sagrado, transitable y poderoso.


Si bien entendemos que un pasaje es un paso entre dos estados posibles, un puente entre dos puntos; quiero llamar la atención sobre este tema:

El pasaje -al darle lugar, al hacerle espacio- emerge como un tercer lugar, con vida propia y con una gran potencial de aprendizaje.


En el enfoque gestáltico, podría entenderse como el impasse, este tiempo-espacio donde lo anterior o lo que venía siendo ya no es y lo nuevo aún no termina de emerger.


Un no tiempo y un no espacio, aunque vivencial y emocionalmente habitado, donde la percepción es que lo nuevo aún no termina de dibujarse, de tomar forma.


Las emociones en ese momento pueden ser variadas y cambiar bastante en el tiempo que dura el proceso:

desconcierto, incomodidad, ansiedad, furia, tristeza, miedo

Y preguntas y comentarios absolutamente necesarios aparecen

¿y ahora qué?, ¿entonces cómo?, ¡prefiero todo como era antes! (aunque ya no es totalmente cierto), etc.


El proceso de transformación está en marcha, tal como cuando la oruga encontró su lugar para iniciar la metamorfosis y la crisálida está colgada,

….y a la vista de cualquiera aparentemente inmóvil.


Quiero traer a la conciencia que cotidianamente atravesamos multiplicidad de pasajes sin darnos cuenta, sin estar presentes en esos movimientos: del trabajo a la casa, de ser mamá a ser pareja, de una casa vieja a una nueva, del estudio al asado; del invierno a la primavera, etc.


La centralidad de la mente como patrón actitudinal no deja espacio para quedarse en espacios poco definidos, incomodos emocionalmente, angostos y apretados.


¿Cómo podemos darle un lugar enraizado a este pasaje? ¿Cómo tomar consciencia de la cantidad de pasajes que nos perdemos de vivir en el cotidiano? ¿Qué nos permite descubrir un estar en el pasaje, quedarse y sostener la experiencia?


El trabajo más difícil es quedarse y conversar con esa incomodidad.

Y es a la vez la llave del tesoro que se abre en ese umbral.


Habitar el pasaje, trae la posibilidad de encontrarse con recursos inesperados, potencialidades dormidas, sombras que se traen a la luz y talentos ocultos.




Y entonces otras emociones toman forma:

Alegría, potencia, confianza, calma


Y otros pensamientos emergen y los colores toman al toro por las astas y la multiplicidad del vuelo de la mariposa deja atrás la cajita contenedora.


Habitar el pasaje es

…un acto de fe en el proceso.

…Respirar ahí donde más molesta e incomoda.

…Frenar un segundo el correr cotidiano antes de entrar al hogar o al trabajo. Respirar consciencia de ese momento entre.


Salir de un rol de mujer trabajadora - respirar, caminar, mirar el alrededor, soltar lo que viene siendo, abrirse a lo que hay - entrar a un rol de mujer madre.


Un café que sea pasaje.

Un texto que sea pasaje.


Darle entidad propia a ese espacio que regala tesoros escondidos de presencia y ser.


Propongo un tiempo otro que respirado y pausado, emerja para estar en ese aparente no tiempo, no lugar y no espacio,

Propongo conversar con lo que hay allí, darle espacio, hacerle espacio.

Propongo abrir el cuerpo a recibir el regalo de la magia “de estar presente” en el pasaje.

Propongo sentir los pies apoyados en el suelo. 3 segundos.

Propongo un fuego que alquimice el estar.

Propongo una danza, allí donde el cuerpo, la mente y las emociones se encuentran, en la incertidumbre de la no forma.



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